‘El Hormiguero’ y ‘La Revuelta’: nada personal, solo negocios
La reciente polémica entre El Hormiguero y La Revuelta ha despertado un debate encendido sobre la competencia en la televisión, el papel de los representantes, y el impacto de los acuerdos comerciales. Lo que inicialmente parecía un simple desencuentro entre programas se ha convertido en un caso emblemático de cómo funcionan los engranajes de la industria televisiva, donde las estrategias, la exclusividad, y las prioridades editoriales marcan cada decisión. En el centro de todo, dos programas que compiten por liderar la audiencia y captar la atención de invitados de alto perfil. ¿Es esto una guerra sin reglas? No necesariamente. Más bien, se trata de un ejemplo clásico de negocios: maximizar beneficios y proteger intereses.
Competencia en televisión: ¿excepción o regla?
El enfrentamiento entre El Hormiguero y La Revuelta no debería sorprendernos. En un mercado televisivo altamente competitivo, la exclusividad y la primicia son factores clave para ganar relevancia y mantener el liderazgo. Las cadenas luchan por el mismo público, y la televisión en abierto, sometida a la presión de las métricas de audiencia, no puede permitirse quedarse atrás. En este caso, El Hormiguero garantizó con meses de antelación una primicia con Jorge Martín, piloto de MotoGP, si lograba el campeonato. Dicho acuerdo respondía a una lógica de negocios: asegurarse un contenido exclusivo y atraer a una audiencia masiva con el campeón del mundo en primicia.
El hecho de que La Revuelta intentara contar con Jorge Martín antes que El Hormiguero puede parecer un desliz en las reglas no escritas de la cortesía entre cadenas, pero es entendible desde su posición: un programa más joven, que busca consolidarse en una parrilla competida, necesita golpes mediáticos que impulsen su visibilidad. Si bien su frustración es comprensible, no se trata de una conspiración, sino de una jugada estratégica que se ha visto en todas las industrias: quien tiene la oportunidad de capitalizar un recurso exclusivo, lo hace.
La exclusividad como moneda de cambio
La exclusividad no es un capricho de la televisión, sino una práctica habitual en cualquier ámbito competitivo. En el periodismo, en el entretenimiento, o incluso en sectores comerciales, los acuerdos de exclusividad son una herramienta valiosa para destacar en el mercado. Desde la perspectiva de El Hormiguero, garantizar que Jorge Martín apareciera primero en su plató fue una inversión estratégica. En un entorno donde el tiempo en pantalla equivale a poder, compartir un contenido exclusivo con otro programa, especialmente uno que compite en un horario similar, sería contraproducente.
El Hormiguero tiene años de experiencia consolidando este modelo. Sus invitados, desde estrellas de Hollywood hasta figuras nacionales, frecuentemente guardan sus revelaciones más importantes o sus primeras apariciones para este espacio. Esto les permite mantener su posición como uno de los programas más vistos de España. La lógica es clara: si un espectador puede ver la entrevista en otro lugar antes, pierde el incentivo para sintonizar el programa. Es un enfoque práctico, no personal.
Lo que no se ve tras las cámaras
El relato de lo ocurrido muestra un entramado de decisiones en el que todas las partes tenían algo que ganar o perder. La agencia de representación de Jorge Martín admitió que hubo un error al cerrar una entrevista con La Revuelta sin tener en cuenta el acuerdo previo con El Hormiguero. La declaración pública de David Broncano, donde acusó a Pablo Motos y su equipo de presionar o amenazar para evitar la emisión de la entrevista, intensificó el conflicto. Sin embargo, las aclaraciones posteriores arrojan una luz diferente: no hubo amenazas, sino una llamada para recordar el acuerdo de exclusividad.
Esta situación revela un aspecto poco conocido por el público: la cantidad de negociaciones que ocurren tras las cámaras. Los representantes, las productoras y las cadenas tienen que equilibrar múltiples intereses, desde contratos previos hasta compromisos futuros. En este caso, no parece haber existido mala fe, sino un error logístico que terminó amplificándose por la naturaleza competitiva del medio.
¿Por qué tanta indignación?
La reacción airada de La Revuelta y de parte del público puede explicarse por varios factores. En primer lugar, el programa de Broncano tiene una identidad que se ha construido en torno a la frescura y la irreverencia, desmarcándose del estilo más tradicional de El Hormiguero. Para su audiencia, lo ocurrido pudo interpretarse como una interferencia injusta en la independencia del programa. Además, las acusaciones de “presiones” por parte de Broncano tocaron una fibra sensible: la percepción de que un gigante televisivo estaba usando su peso para aplastar a un competidor más pequeño.
Sin embargo, es importante recordar que la televisión no es un espacio neutro, sino un negocio. El Hormiguero no actúa por capricho ni para “hacer daño” a La Revuelta, sino para proteger sus intereses. Del mismo modo, La Revuelta buscaba maximizar los suyos. Si el público y los medios se escandalizan por estas dinámicas, quizás se deba más a la romantización del medio televisivo que a una verdadera transgresión ética.
Otros ejemplos en la industria
Lo ocurrido entre El Hormiguero y La Revuelta no es un caso aislado. En la televisión internacional, las exclusividades son una práctica común. Los grandes programas nocturnos en Estados Unidos negocian constantemente con representantes para garantizar exclusivas que les permitan destacar sobre sus competidores. En ocasiones, esto ha llevado a tensiones similares, pero se entiende como parte del juego.
Incluso fuera de la televisión, las exclusividades están presentes en otros sectores. Las marcas de lujo firman acuerdos exclusivos con celebridades; los lanzamientos tecnológicos están rodeados de embargos cuidadosamente planeados para garantizar cobertura en ciertos medios primero. Lo que ocurre en televisión no es más que una extensión de estas prácticas.
Redactor de ActualTV especializado en televisión y redes sociales. Me gusta la comunicación, el mundo audiovisual y el marketing digital. He trabajado como responsable de prensa en diferentes empresas del mundo del entretenimiento y ahora vivo la profesión desde el otro lado.