El cobarde solo amenaza cuando está a salvo
El cobarde solo amenaza cuando está a salvo.
En cualquier sociedad, la responsabilidad y el sentido común en los cargos públicos son fundamentales para construir un sistema justo y estable.
Cuando personas como Ione Belarra, ex ministra de España, se sube al mismo púlpito, desde donde, entre otros, Errejón dio lecciones de comportamiento a la sociedad, y señalan con dureza a empresas fundamentales para el empleo y la economía, como Mercadona, Inditex o Coca-Cola, acusándolas de prácticas criminales, surge una desconexión preocupante entre el papel de los políticos y el bienestar social.
Culpar a empresas que, más allá de sus beneficios, contribuyen a sostener el empleo y apoyar en momentos de crisis, además de una lamentable acusación, es también un reflejo de cómo nuestras expectativas y decisiones como votantes impactan en la calidad de nuestros representantes.
No podemos exigir a los políticos que estén a la altura si al elegirlos no nos tomamos en serio el voto, deberíamos buscar propuestas que unan en lugar de dividir.
El verdadero avance no vendrá del castigo a quienes ayudan a sostener la economía, sino de una visión política que comprenda las necesidades reales de la sociedad, que valore tanto el trabajo de los ciudadanos como el de las empresas que los respaldan.
Es momento de reflexionar sobre la responsabilidad que todos tenemos al elegir líderes y de exigirles una actitud constructiva, orientada al bien común, no al conflicto constante.
Cuando metemos el papel en la urna, a partir de ese momento, nosotros somos los responsables.
Ante desastres como la DANA, pedimos responsabilidades a todo el mundo, pero quizá deberíamos mirarnos al espejo y viendo nuestro rostro preguntarnos si somos nosotros quienes deberíamos pedir perdón por nuestras elecciones.