Óscar Puente, el sectario, zafio, mamporrero y maleducado ministro que señala a medios de comunicación

La política española ha presenciado un episodio más propio de un Estado totalitario que de una democracia supuestamente consolidada, como es España. El ministro de Transportes, Óscar Puente, ha revelado en una entrevista con Carlos Alsina un peculiar proyecto de su equipo de asesores de comunicación: la elaboración de una recopilación de insultos y descalificaciones dirigidos hacia él desde el día en que ocupó la tribuna en lugar de Sánchez durante un debate de investidura.

La sorpresa y el desconcierto no se han hecho esperar ante esta insólita actividad del equipo ministerial. Mientras que a lo largo de la historia compilaciones como el Corpus iuris civilis o las Etimologías de San Isidoro de Sevilla han contribuido al avance de la humanidad, este diccionario de improperios parece más bien una extravagancia sin sentido. ¿Qué propósito real puede tener?

La entrevista con Alsina ha suscitado un debate sobre la idoneidad de los asesores políticos y la utilidad de sus labores. ¿Es realmente necesario dedicar recursos a la recolección de insultos? ¿Qué valor añadido aporta esto a los ciudadanos?

Se envía un saludo comprensivo a los asesores que se ven obligados a rastrear este tipo de contenidos en busca de insultos. Sin embargo, se plantea la reflexión sobre el verdadero propósito de su labor. ¿Son estos asesores verdaderos periodistas comprometidos con la verdad y el bienestar ciudadano, o simplemente sirven como peones partidistas?

Es lamentable que en medio de este circo de descalificaciones, se pierda de vista el verdadero debate político. Más allá de las pataletas y los insultos, lo que verdaderamente interesa a los ciudadanos son las soluciones a los problemas y un tono más constructivo en la esfera pública.

El comportamiento del ministro también está bajo escrutinio. En lugar de adoptar un enfoque maduro y responsable, parece disfrutar jugando el papel de víctima, mientras que aquellos que lo critican reciben el desprecio ministerial. Es hora de elevar el nivel del debate público dejar a la prensa opinar libremente.