Crítica de ‘Agárralo como puedas’: un insulto a la saga original
En los últimos años, la industria del cine ha encontrado un filón en la nostalgia. La estrategia es sencilla: rescatar títulos de culto o comedias que marcaron época, vestirlas de remake o secuela tardía y esperar que el público acuda masivamente a las salas movido por el recuerdo. A veces, funciona; otras, como en el caso de Agárralo como puedas (2025), el resultado es un despropósito que bordea lo indigno.
La cinta llega envuelta en promesas de revivir el espíritu irreverente de aquellas comedias absurdas y desternillantes que en su día protagonizó Leslie Nielsen y que, pese a su simpleza, alcanzaron el estatus de clásicos. Sin embargo, lo que se encuentra el espectador en esta nueva entrega no es un homenaje sincero, ni una actualización digna, sino un producto de bajísima calidad que ni siquiera respeta al legado que dice continuar.
Una duración sospechosa
El primer engaño llega antes de sentarse en la butaca. Las sinopsis oficiales, carteles promocionales y hasta la ficha técnica hablan de una película de 1 hora y 25 minutos. La realidad es que la proyección no supera los 70. Apenas 1 hora y 10 minutos que, en circunstancias normales, podrían parecer una ventaja frente al alargamiento innecesario de muchas producciones actuales. Pero aquí se siente más bien como una estafa: pagar una entrada de cine (cada vez más cara) por un metraje propio de telefilme mediocre no es precisamente un buen comienzo.
Lo curioso es que, tras verla, uno agradece que no dure más. Estirar semejante sinsentido habría sido un suplicio para cualquier espectador.
Un humor sin chispa
Las comedias originales de Agárralo como puedas se construían a base de gags, juegos visuales y un humor absurdo que, en los años ochenta y noventa, funcionaba gracias a un ritmo trepidante y al carisma de Nielsen. Aquí, el intento de reproducir ese estilo fracasa estrepitosamente. Los sketches carecen de chispa, se repiten hasta el hartazgo y solo en contadas ocasiones despiertan una sonrisa. Más que un homenaje, parecen una parodia de sí mismos, como si la película se empeñara en demostrar que aquello que en su día nos hizo reír hoy ya no tiene cabida.
La nostalgia es un arma de doble filo: bien utilizada, conecta generaciones; mal ejecutada, genera un recuerdo amargo. Y esta película se inscribe en el segundo caso.

Un reparto desaprovechado
El protagonista, Liam Neeson, un actor de talla mundial con una carrera consolidada en el drama, parece fuera de lugar en esta comedia deslavazada. Su talento, que hemos disfrutado en papeles intensos y complejos, se desperdicia en un rol que exige un registro cómico para el que no está preparado, o que, al menos, nunca consigue hacer creíble. No es cuestión de falta de profesionalidad, sino de un casting desacertado: resulta imposible verlo como heredero del humor físico y gestual de Nielsen.
La presencia de Pamela Anderson generaba más curiosidad que expectativas. Su trayectoria como actriz nunca ha sido brillante y, en este regreso, lo sorprendente es que no es la peor del elenco. Su naturalidad al envejecer y su discreta participación logran que, al menos, no desentone demasiado en medio del caos general. Pero su papel es tan irrelevante que poco aporta al conjunto.
El resto del reparto apenas deja huella. Personajes planos, diálogos carentes de ingenio y una química inexistente entre ellos refuerzan la sensación de que todo el proyecto se ha construido con desgana.
Un legado maltratado
Lo más doloroso de Agárralo como puedas (2025) es el modo en que utiliza el recuerdo de las películas originales. Lejos de rendir homenaje a la saga, la rebaja, la arrastra al ridículo y la convierte en una sombra de lo que fue. No hay un guiño respetuoso, ni un intento de reimaginar el humor absurdo para un público contemporáneo. Todo se reduce a copiar fórmulas ya caducas, mal ejecutadas y sin alma.
Si los responsables de aquellas entregas vieran esta película, difícilmente la aprobarían. No parece una continuación, ni siquiera un tributo: es un aprovechamiento descarado de un título reconocido con el único fin de atraer espectadores.
Una decepción amarga
Al salir de la sala, la sensación que queda es de engaño. Engaño por la duración real frente a la anunciada. Engaño por la promesa de humor que nunca llega. Engaño por vender como secuela lo que no es más que un mal refrito. Y sobre todo, engaño por empañar con un producto indigno el recuerdo de unas películas que, con todas sus limitaciones, supieron ganarse un lugar en la cultura popular.
Los fans de la saga deberían evitar esta entrega. No encontrarán en ella más que frustración y una nostalgia mal gestionada. Y los nuevos espectadores, aquellos que quizá se acercan por primera vez a la marca Agárralo como puedas, difícilmente entenderán por qué las originales fueron un éxito.
Conclusión: muy lejos de la película original
Agárralo como puedas (2025) no merece la etiqueta de secuela. Es un producto fallido en todos sus apartados: guion, ritmo, humor, reparto y hasta honestidad con el espectador. Lo único rescatable es que, al durar solo 70 minutos, el suplicio se hace breve. Pero eso no justifica ni su existencia ni el precio de una entrada.
La nostalgia puede ser un arma poderosa en el cine, pero también un boomerang letal cuando se usa mal. Esta película es prueba de ello: un título que nunca debió filmarse, porque lo único que logra es ensuciar el recuerdo de lo que un día nos hizo reír.
Veredicto: un homenaje indigno y un auténtico timo cinematográfico.

Redactor de ActualTV especializado en televisión y redes sociales. Me gusta la comunicación, el mundo audiovisual y el marketing digital. He trabajado como responsable de prensa en diferentes empresas del mundo del entretenimiento y ahora vivo la profesión desde el otro lado.
