El plan B del PSOE: los posibles sucesores de Pedro Sánchez si dimite

El debate ya no es un tabú. Aunque públicamente el PSOE mantiene un cierre de filas total con su secretario general, en los despachos y en las conversaciones discretas empieza a abrirse paso una pregunta incómoda: qué pasaría si Pedro Sánchez no continuara. No hay una operación en marcha, pero sí un clima político que ha activado lo que muchos ya llaman, sin ambages, el “plan B”.

El desgaste que empuja al PSOE a mirar más allá

La legislatura avanza en un contexto cada vez más exigente. La presión de la oposición, la fragilidad parlamentaria y el ruido político constante han ido erosionando el día a día del Gobierno. En ese escenario, el partido empieza a asumir que anticiparse no es traicionar, sino una forma de proteger el proyecto.

Por ahora, Pedro Sánchez sigue siendo el eje absoluto del PSOE. Pero el simple hecho de que se hable de alternativas refleja una realidad incuestionable: el partido ya imagina escenarios sin él, aunque nadie quiera verbalizarlo en público.

María Jesús Montero, el nombre que más se repite

Cuando se habla de un posible relevo interno, el nombre de María Jesús Montero aparece con naturalidad. No como una aspiración declarada, sino como una figura que encajaría en una transición sin sobresaltos. Su presencia constante en la primera línea política y su peso en el Ejecutivo la sitúan como una opción que permitiría continuidad y control de los tiempos.

En Ferraz se la menciona como una solución pragmática si el objetivo fuera evitar elecciones inmediatas y garantizar estabilidad institucional mientras el partido redefine su rumbo.

Salvador Illa y la vía territorial

Otro nombre que circula con insistencia es el de Salvador Illa. Su perfil ha ido ganando peso en los últimos años, especialmente por su capacidad para conectar con un electorado moderado y por su papel en Cataluña, uno de los territorios clave para el PSOE.

Dentro del partido hay quien ve en Illa una oportunidad para recomponer equilibrios territoriales y ofrecer una imagen menos crispada, en un momento en el que la política nacional vive instalada en la confrontación permanente.

Eduardo Madina, un nombre que vuelve al debate

Sin ocupar actualmente cargos orgánicos ni institucionales, Eduardo Madina vuelve a aparecer en las conversaciones internas. Su perfil, asociado a una etapa anterior del partido, despierta simpatías entre sectores que creen que el PSOE necesita reconectar con su identidad clásica tras años de tensión política.

No es una opción inmediata ni evidente, pero su nombre circula como símbolo de que el partido explora caminos distintos al actual liderazgo.

Un relevo que se piensa, pero no se anuncia

En Ferraz insisten en que no hay decisiones tomadas. Y es cierto. El “plan B” no es un calendario ni una hoja de ruta cerrada, sino una reflexión estratégica que se desarrolla en paralelo a la acción del Gobierno. El PSOE quiere evitar repetir errores del pasado, cuando los cambios de liderazgo se produjeron de forma abrupta y con alto coste interno.

La clave está en los tiempos. Activar un relevo demasiado pronto podría debilitar al Ejecutivo. Hacerlo demasiado tarde, dejar al partido sin margen de maniobra.

Sánchez, el presente que condiciona el futuro

A día de hoy, Pedro Sánchez sigue mandando. Su liderazgo no está formalmente cuestionado y su figura continúa siendo central en la estrategia socialista. Pero el clima ha cambiado. El PSOE ya no descarta nada y observa con atención cada movimiento, cada encuesta y cada votación clave.

El “plan B” del PSOE no es una conspiración, sino una señal de realismo político. Hablar de posibles sustitutos no significa que el relevo sea inminente, pero sí que el partido se prepara para cualquier escenario. Nombres como María Jesús Montero, Salvador Illa o Eduardo Madina circulan como hipótesis de futuro, mientras el presente sigue teniendo un protagonista claro. En política, prever el mañana es muchas veces la única forma de sobrevivir hoy.