‘El Hormiguero’ vuelve a demostrar que es el mejor haciendo entretenimiento

Han pasado ya varias semanas desde que El Hormiguero inauguró su vigésima temporada en Antena 3, y el balance no puede ser más rotundo: el programa de Pablo Motos ha vuelto a demostrar que, en el terreno del entretenimiento televisivo, nadie le hace sombra. Lo fácil habría sido celebrar los veinte años de emisión con nostalgia, apelando únicamente al peso de la historia. Pero el espacio no se ha limitado a eso; ha convertido el aniversario en un punto de partida, en una reafirmación de su modelo y en un despliegue de novedades que confirman su frescura.

El arranque ya fue histórico en cifras, con más de 2,3 millones de espectadores y un 21,1 % de cuota de pantalla. Sin embargo, lo más relevante no es solo el dato inicial, sino la capacidad de mantener ese interés semana tras semana, enfrentándose a rivales fuertes en la parrilla y logrando que su propuesta siga siendo la más atractiva para el público de prime time.

Invitados que son un sello de calidad

Parte del magnetismo de El Hormiguero está en su habilidad para sentar en la mesa a personalidades de todas las áreas: de la literatura a la música, del deporte al cine. En este arranque de temporada hemos visto a Sergio Ramos, Arturo Pérez-Reverte o Ester Expósito, y la lista continúa con figuras de la talla de Raphael, Malú o Sebastián Yatra.

No se trata solo de traer nombres famosos: lo distintivo es cómo el programa los convierte en protagonistas de momentos imprevisibles, que combinan confesiones íntimas con juegos desenfadados y experimentos espectaculares. En un ecosistema mediático donde abundan los programas de entrevistas convencionales, El Hormiguero mantiene su sello: cada aparición se convierte en un acontecimiento mediático que trasciende lo televisivo y genera conversación en redes sociales.

Una fórmula que se reinventa

Llegar a veinte años en antena no es tarea fácil. Lo que diferencia a El Hormiguero de otros formatos longevos es su capacidad para reinventarse sin traicionar su esencia. En esta vigésima temporada se han incorporado nuevas secciones, nuevos colaboradores y un esfuerzo deliberado por refrescar los contenidos.

La llegada de humoristas emergentes y de propuestas innovadoras ha dotado de aire fresco a un programa que, pese a su veteranía, sigue sintiéndose actual. A ello se suma un elemento que conviene subrayar: la mezcla inteligente de géneros. En un mismo programa conviven la ciencia, el humor absurdo, el espectáculo visual y la entrevista más personal. Esa variedad no solo amplía el público objetivo, también evita la monotonía que podría haber condenado a un espacio tan duradero.

Liderazgo sostenido en la guerra de audiencias

El éxito de El Hormiguero no puede medirse solo en el número de invitados o en las secciones nuevas, sino en el lugar que ocupa dentro de la televisión española. Tras dos décadas, sigue siendo líder indiscutible de su franja y mantiene una ventaja suficiente frente a competidores como La Revuelta.

Esa resistencia al desgaste es, quizá, el mérito más significativo: no estamos ante un formato que se mantiene a flote, sino ante uno que sigue marcando la pauta. La audiencia no solo permanece fiel, también se renueva. El programa conecta tanto con espectadores veteranos como con nuevas generaciones que lo descubren a través de redes sociales. Esa doble vida, la televisiva y la digital, refuerza su papel como fenómeno cultural.

El mérito de seguir sorprendiendo

En un panorama audiovisual cada vez más fragmentado, con plataformas de streaming que ofrecen contenidos a la carta, resulta casi un milagro que un programa de televisión generalista logre congregar a millones de espectadores cada noche. El Hormiguero lo consigue, y lo hace porque entiende el entretenimiento como un terreno en constante evolución.

La vigésima temporada no es un punto final ni un ejercicio de nostalgia: es una demostración de fuerza. Pablo Motos y su equipo no se conforman con celebrar el pasado; trabajan para conquistar el presente y proyectarse hacia el futuro. Y lo logran con lo que siempre ha sido su mayor virtud: la capacidad de sorprender.

Veinte años después, El Hormiguero sigue siendo el mejor haciendo entretenimiento. Y, lo que es más difícil, sigue haciéndolo como si fuera la primera vez.