
En los últimos años, Hollywood se ha convertido en el epicentro de una batalla crucial entre la innovación tecnológica y la preservación del arte tradicional. La inteligencia artificial ha irrumpido en los estudios de cine con promesas de revolucionar la industria, pero también ha despertado temores legítimos sobre el futuro de la creatividad humana.
La casa del ratón Mickey había desarrollado proyectos fascinantes que finalmente decidió descartar. Según informes de The Wall Street Journal, los ejecutivos de Disney tenían planes revolucionarios para el remake live action de ‘Vaiana’ que habrían cambiado para siempre la forma de hacer películas.
El plan original consistía en crear un clon digital perfecto de Dwayne Johnson para que el actor pudiera estar virtualmente presente sin necesidad de acudir físicamente al set de rodaje. La estrategia era brillante en su simplicidad: Tanoai Reed, primo del actor y con una constitución física similar, actuaría como doble corporal mientras que la tecnología deepfake se encargaría de superponer digitalmente el rostro de The Rock sobre las interpretaciones de Reed.
Esta innovadora técnica habría permitido a Johnson trabajar simultáneamente en múltiples proyectos, optimizando su apretada agenda y reduciendo significativamente los costes de producción. No obstante, los obstáculos legales y éticos resultaron insuperables.
A pesar de contar con el visto bueno del propio Dwayne Johnson, Disney se encontró con un laberinto de complicaciones jurídicas. Los abogados de la compañía identificaron problemas serios relacionados con los derechos de imagen, especialmente la imposibilidad de reclamar la propiedad total de contenido generado mediante inteligencia artificial.
Las preocupaciones sobre la protección de datos personales y diversos aspectos de seguridad digital añadieron capas adicionales de complejidad al proyecto. Finalmente, estos desafíos legales llevaron a Disney a abandonar completamente el uso de deepfakes para el estreno programado en julio de 2026.
Paralelamente, Disney desarrollaba otro experimento ambicioso para ‘Tron: Ares’. Los creativos habían diseñado un personaje llamado Bit, completamente generado por inteligencia artificial, que habría acompañado a Jeff Bridges a lo largo de la película.
La propuesta era extraordinariamente meta: en una historia sobre inteligencias artificiales que invaden el mundo real, un personaje creado por IA habría interactuado en tiempo real con las cámaras, respondiendo de forma autónoma mientras un actor humano le proporcionaba la voz.
Sin embargo, las negociaciones con los sindicatos de actores sobre la naturaleza de estos contratos innovadores, sumadas al temor a generar controversia mediática, persuadieron a Disney de descartar también esta idea revolucionaria.
Durante generaciones, el cine ha explorado nuestros miedos hacia la inteligencia artificial, desde HAL 9000 en ‘2001: Una odisea del espacio’ hasta los replicantes de ‘Blade Runner’. Irónicamente, la realidad ha alcanzado a la ficción de formas inesperadas.
El drama ‘The Brutalist’, que llegaba como gran favorita a los Oscar 2025, se vio envuelta en polémica cuando se reveló que utilizó inteligencia artificial para perfeccionar los diálogos en húngaro de Adrien Brody y Felicity Jones. Este descubrimiento generó intensos debates sobre la autenticidad de las interpretaciones y la legitimidad de los reconocimientos otorgados.
La industria cinematográfica se encuentra en una encrucijada histórica. Por un lado, la inteligencia artificial promete acelerar procesos como los renderizados en animación y reducir costes significativamente. Por otro, existe el riesgo real de eliminar empleos y reemplazar la creatividad humana por algoritmos.
Hollywood lidera una batalla global por definir los límites éticos y legales del uso de IA en el entretenimiento. Las compañías luchan por asegurar el control total sobre estas tecnologías antes de implementarlas masivamente, mientras los profesionales del sector exigen protecciones para preservar la esencia humana del arte cinematográfico.
Cuando las empresas finalmente dominen y aseguren completamente estas herramientas, es probable que su uso se normalice, abriendo nuevos capítulos en los debates morales sobre el futuro del cine. Hasta entonces, la cautela parece ser la estrategia predominante en una industria que siempre ha equilibrado innovación y tradición.
Periodista. Escribo sobre las novedades de las series y programas de televisión y plataformas de vídeo en streaming. He trabajado en distintas revistas y periódicos digitales de España.
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