La última obra cinematográfica de Michael Mann, centrada en la figura de Enzo Ferrari, no sigue la fórmula convencional de un “biopic”. En lugar de abarcar la vida entera del legendario piloto y fundador de la famosa escudería, la película se limita a explorar un año específico: 1957. Y no precisamente un año de gloria para Ferrari, sino más bien todo lo contrario.
Interpretado por Adam Driver, el Ferrari de Mann es retratado como un antihéroe tosco, enfrentándose a diversas encrucijadas en su vida. Aunque conserva su reputación de empresario audaz y valiente, también se muestra como un individuo despiadado y un tanto arrogante. La presión de competidores como Maserati y Ford, la amenaza de quiebra económica y la tensión de mantener una doble vida con dos mujeres distintas conforman la trama, que evita el típico ascenso a la fama de los biopics, para sumergirse en una de las etapas más oscuras de su existencia.
Aunque ‘Ferrari’ no alcanza las alturas de obras anteriores de Mann como ‘Heat’, ‘El dilema’ o ‘Colateral’, su estilo de filmación preciso y su capacidad para crear profundidad de campo resultan intrigantes. La película renuncia a la espectacularidad típica de las producciones sobre carreras de autos, limitándose a espacios como casas, despachos, garajes y boxes, con apenas dos escenas de carreras. La segunda de estas, tan trágica como la edición de 1957 de la Mille Miglia, es filmada con una contención relativa, mostrando la habilidad de Mann para capturar la intensidad de un evento sin recurrir al exceso visual.
En definitiva, ‘Ferrari’ ofrece una perspectiva singular sobre la vida de Enzo Ferrari, alejándose de los convencionalismos del género biográfico para explorar los momentos menos brillantes pero igualmente fascinantes de la vida del legendario empresario del automovilismo.
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