‘Wicked, El Musical’ no convence al público: Broadway sigue siendo imbatible
El estreno madrileño de Wicked, El Musical prometía traer a España uno de los mayores éxitos de Broadway con toda su magia. Sin embargo, las redes sociales se han llenado de comentarios menos entusiastas de lo esperado. Muchos espectadores reconocen el despliegue técnico y visual del montaje, pero coinciden en un mismo diagnóstico: la versión de Broadway sigue siendo, por ahora, inalcanzable.
El espectáculo que brilla… pero no emociona
La producción madrileña, estrenada con gran expectación, destaca por su escenografía impresionante, su elaborado vestuario y un notable esfuerzo de producción. Se ha logrado recrear la atmósfera mágica del mundo de Oz con recursos visuales de primer nivel.
Sin embargo, entre el público ha calado una sensación de desconexión emocional. Varios asistentes afirman que, pese a la espectacularidad, el montaje carece de la fuerza dramática y el magnetismo que caracterizan a la versión original. “Mucho brillo, poca alma”, resume el sentir general.
Algunos espectadores han señalado que el ritmo del espectáculo resulta irregular, con transiciones algo frías y un desarrollo narrativo que no termina de despegar. Aunque los números musicales cumplen con solvencia, faltaría esa “chispa” que convierte un buen musical en una experiencia inolvidable.
Interpretaciones correctas, pero sin la intensidad del original
El elenco español ha recibido críticas dispares. La mayoría reconoce su profesionalidad y entrega, pero varios asistentes apuntan que las interpretaciones carecen de la potencia vocal y emocional que el público asocia con Wicked.
Las comparaciones con Broadway son inevitables. En Nueva York, los intérpretes llevan años afinando los personajes hasta alcanzar una naturalidad y una intensidad difíciles de igualar. En Madrid, el estreno reciente y el reto de traducir esa energía a otro idioma parecen haber afectado la fluidez y la autenticidad de algunos momentos clave.
El resultado, según muchos espectadores, es una función que emociona a ratos, pero no conmueve de principio a fin.
Broadway, el espejo imposible
La comparación con la versión estadounidense se ha convertido en el gran punto de fricción. Quienes han visto Wicked en Broadway insisten en que el montaje madrileño no logra capturar la misma grandeza.
Allí, la obra cuenta con una maquinaria escénica que lleva casi dos décadas perfeccionándose: luces, coreografías, voces y ritmo están tan pulidos que cualquier adaptación posterior parte con desventaja.
En Madrid, el equipo técnico ha hecho un esfuerzo notable por replicar esa experiencia, pero el público más exigente detecta las diferencias. Desde el tempo de las canciones hasta el uso de los efectos visuales, el consenso parece claro: Broadway sigue jugando en otra liga.
Luces y sombras de una apuesta ambiciosa
Pese a las críticas, el montaje madrileño no está exento de méritos. Hay momentos (especialmente en los números corales o en la icónica “Defying Gravity”) donde el espectáculo logra erizar la piel. La ambientación es sobresaliente y demuestra que los teatros españoles pueden afrontar producciones de gran formato con solvencia.
Sin embargo, esas luces se ven empañadas por la falta de continuidad emocional y la sensación de que el musical prioriza el impacto visual sobre la conexión con el público. En palabras de algunos críticos, Wicked Madrid es un producto técnicamente brillante, pero emocionalmente intermitente.

Una lección sobre expectativas
Parte del problema, señalan los propios asistentes, radica en la enorme expectativa generada antes del estreno. Wicked no es un musical cualquiera: es una leyenda viva de Broadway, con un legado difícil de igualar. Cualquier versión fuera de ese circuito parte con el desafío de complacer a una audiencia que ya conoce el original y que espera revivir exactamente la misma experiencia.
Madrid, con un elenco nuevo y un público más heterogéneo, se enfrenta a esa comparación desde el primer minuto. Y aunque el esfuerzo es evidente, la sombra de Broadway resulta demasiado alargada.
Conclusión: un hechizo incompleto
El estreno de Wicked en Madrid demuestra la ambición y la capacidad técnica del teatro musical español, pero también sus límites cuando se mide frente a un icono mundial. La producción deslumbra visualmente, cumple en su ejecución y emociona en momentos puntuales, pero el consenso general del público es claro: falta emoción, intensidad y alma.
En un panorama teatral cada vez más competitivo, Wicked Madrid se convierte en una valiosa lección sobre el peso de las expectativas y la dificultad de trasladar la magia de Broadway a otros escenarios. Un espectáculo visualmente impresionante, sí, pero que deja en muchos espectadores la sensación de que el verdadero hechizo sigue vivo, a miles de kilómetros, en la Avenida de los Sueños de Nueva York.

Redactor de ActualTV especializado en televisión y redes sociales. Me gusta la comunicación, el mundo audiovisual y el marketing digital. He trabajado como responsable de prensa en diferentes empresas del mundo del entretenimiento y ahora vivo la profesión desde el otro lado.